lunes, 8 de agosto de 2011

El centro


P-Quiero que sepas que desde la charla anterior me dejaste intrigado con eso de estar en el centro de equilibrio. ¿Qué es el centro?

R-Para la meditación oriental uno de los temas centrales o claves es el de “estar centrado”, como se suele llamar. Anteriormente habíamos hablado del principio de la impermanencia y se dejó claro que todo lo que existe en el universo esta en movimiento. Lo que no aclaramos es que inexorablemente todo lo que se mueve tiene que tener un centro inamovible.

Así, por ejemplo, un ciclón, en la periferia es toda vorágine: lluvias, vientos. Sin embargo el centro, el ojo del ciclón, es calma. Lo mismo sucede con la rueda de una bicicleta. Los rayos se mueven, pero el centro de la rueda es estático.

Por ende, si el cuerpo y la mente se están moviendo constantemente y de hecho son impermanentes, eso quiere decir que existe un centro, inamovible del cual parte todo ese movimiento. Te ejemplifico esto: entre un pensamiento y otro hay un espacio. En realidad los pensamientos salen de ese espacio, de ese centro.

Por eso, estar centrado es importante para lograr un estado carente de esa ansiedad que no nos permite dar respuestas acertadas a las exigencias de la vida social. Hay dos factores fundamentales que determinan el estado de estrés en que vivimos actualmente. Estos factores tienen que ver directamente con percepciones mentales erróneas. Fíjate que te estresas fundamentalmente cuando percibes que no te alcanza el tiempo para hacer todo lo que deseas (en el día, en la semana, en la vida), o cuando percibes que no tienes el control de lo que te está sucediendo.

La vida es incertidumbre pero a la mente le gusta la certeza. Desafortunadamente no nos educan para vivir en incertidumbre y queremos que todo salga según nuestro modelo mental y cuando algo no sale según lo previsto mentalmente, entonces hace su aparición la ansiedad con todas sus secuelas.

P-¿Eso quiere decir que si logro estar centrado, entonces esos estados de sufrimiento mental desaparecerían?

R-Sí. La meditación viene a ser como la capacidad de estar consciente y comprender cuándo tienes que pasar de la periferia (de la vida social agitada con todos sus avatares), al centro. Y del centro a la periferia. Saber meditar es saber moverse constantemente de un lugar a otro. Esas son las dos alas de la vida. Ellas no se oponen. Deben estar equilibradas en diferentes direcciones. Es como un pájaro que quiere emprender el velo. Sus alas deben estar en equilibrio. Tu interior y tu exterior deben estar equilibrados. Hay gente que se queda estancada y no va al interior, no busca ese centro, no medita, dice que no tiene tiempo. Es como si tuvieras una flecha encajada y estuvieras sufriendo, pero en vez de sacártela, comenzaras a averiguar: ¿quién tiró la flecha?, ¿en qué dirección vino?, ¿de qué material está construida? Es obvio de que hay sufrimiento mental en abundancia, pero las gentes no se toman un tiempo para sacarse esa flecha y siguen imbuidos en la vida social, en la periferia y se olvidan del centro.

Por otro lado, hay gente que se separa del mundo va a un monasterio o se encierra en una habitación y comienza a vivir hacia el interior. Eso también es desequilibrio. De lo que se trata es de no separarse del mundo, de relacionarse, de moverse, de amar, pero no perderse. Hay que aprender a dejar la compulsión de querer estar las 24 horas del día en el mundo y poder entrar en ese espacio interior donde no hay agitación, ni apuros, ni tiempo. El lema debería ser: Estoy en el mundo pero no dejo que el mundo esté en mí.

P-¿Podrías describirme eso que se llama: “centro”?

R-Hay radica lo misterioso de este asunto. Ese centro no se puede describir. Si tuviera que usar determinadas palabras indicadoras de lo qué es este centro, te diría que es espacio, vacío, oscuridad, silencio. Todo sale de ahí. Todo el movimiento se origina allí. Habitualmente arrastramos el paradigma de que la oscuridad es algo negativo, pero para nada. De la oscuridad surge la luz. No puede haber luz sin oscuridad. No debes elegir solo un complemento y rechazar el otro. Así no te equilibras. De hecho hay un ejercicio que me gustaría recomendarte y tiene que ver con la oscuridad. Con este ejercicio podrás comprobar que puedes lograr llegar a ese centro del que estamos hablando y además convertirte en el observador imparcial y acrítico.

Puedes hacerlo ahora mismo mientras lees este artículo: Cierra los ojos. Te has quedado ciego hacia el exterior, pero los ojos pueden seguir viendo cosas: imágenes, ideas, recuerdos. También quédate ciego para esas imágenes. De lo que se trata es de cerrar los ojos de una forma en que no quede nada por ver-ningún objeto externo, ninguna imagen interna de un objeto externo, solamente una oscuridad limpia. Como si de repente te hubieses quedado ciego -no solo ciego a la realidad, sino también ciego a la realidad de los sueños, de las imágenes, de las visualizaciones. Penetra en esa oscuridad. Quédate en esa oscuridad. Cae por esa oscuridad. Deja que la oscuridad lo cubra todo.

Aunque vas a necesitar práctica para apreciar los beneficios de este ejercicio, si persistes en él notarás cómo te conviertes en el observador contemplativo de la realidad, una gran paz descenderá sobre ti y llegará el momento en que podrás estar acompañado permanentemente de esa oscuridad o de ese centro aún con los ojos abiertos.

P-Tengo una curiosidad: Ahora mismo comencé a practicar el ejercicio y es verdad que tienes la sensación de tranquilidad, de no pensar en nada; pero, dejar de pensar: ¿no traerá problemas desde el punto de vista social?, ¿qué hay cuando tengo que resolver determinados problemas de índole social?, ¿cómo me ayudaría en este caso la meditación?

R-Si permaneces centrado de manera permanente es como estar fresco y renovado constantemente. ¿Por qué el dormir es necesario? Porque necesitas repararte. Cuando duermes sin soñar, observa que ese sueño es el realmente reparador. El pensar compulsivamente trae desgaste y tensión. El mismo acto de pensar es un gasto energético. Si estás en tu centro, cuando tengas que utilizar a la mente lo harás, podrás salir de tu centro al movimiento mental, pero lo harás renovado, como sales de un sueño reparador. En este caso la mente estará más potenciada para resolver los problemas. Los chinos dicen que no se puede pensar bien mientras tengas tenso el dedo gordo del pie. Comúnmente cuando queremos resolver algo lo hacemos desde el estrés y no desde la relajación profunda. Prueba esta variante que te estoy señalando y verás lo beneficioso de ella.

P-Si los ejercicios que me recomiendas son mentales: ¿cómo puedo entonces darle un descanso a la mente?

R-La mente con sus apellidos (cristiana, musulmana, hinduista, etc.), constituye un obstáculo para ver la realidad. Podemos hacer la siguiente comparación. Supongamos que entre la realidad y tú se interpone un pedazo de papel. Ese papel no te deja ver la realidad. Ahora abrámosle un hueco, un agujero, a ese papel. ¿Dirías que el agujero es el papel?

P-Desde luego que no.

R-Y si ese agujero se va agrandando: ¿qué pasaría?

P-Pues que el papel iría desapareciendo y se haría más obvia la realidad, no habría intercesor entre la realidad y yo.

R-Pues esa es precisamente la finalidad de estos ejercicios de meditación comprobados por miles de años de práctica. Es verdad que son mentales, pero son agujeros que le vas abriendo a esa mente que no te deja ver a la realidad, que te opaca la visión de la vida tal cual ella es. La mente complica, complejiza a la vida y de ahí todo el sufrimiento. Son ejercicios mentales pero a la vez no es la mente. Te sirven para trascenderla, para derrumbar el muro que hay entre la realidad y la vida (que eres tú).

Te lo voy a tratar de explicar de otra forma. ¿Qué es lo más importante en una habitación?

P-Bueno, yo diría que lo que contiene esa habitación o las paredes y las ventanas

R-No, lo más importante de la habitación es el espacio. Las paredes se pueden cambiar, los objetos dentro de la habitación pueden estar y desaparecer, pero lo que continua inalterable, lo que siempre ha existido es el espacio. ¿Qué es lo más importante en una vasija? Otra vez la respuesta es: el espacio.

Reflexiona: tu cuerpo ha cambiado y está cambiando constantemente, al igual que tu mente. Esas paredes han estado renovándose y mudando vez tras vez, pero hay un espacio que continua inalterable. Tú eres ese espacio. Tú eres eso que permite que todo se mueva y cambie, pero tú permaneces. Es como lo ilustré en la charla anterior: tú no eres las imágenes que aparecen y desaparecen en la pantalla. Tú eres la pantalla.

Estar centrado es convertirte en el espacio, en la pantalla, en el agujero que se abre en la mente y permite ver la impermanencia de la vida, sin alterarse, ni inmutarse. Y cuando eso ocurre el miedo y la ansiedad desaparecen. Te has puesto a pensar qué sería tu vida si no tuvieras miedos.

De ahí que las dos técnicas básicas de la meditación: el estar consciente y ser el observador, no están separadas. Ellas forman una sola unidad que atraviesa y trasciende a la mente. Es como un agujero que se le abre a un papel. La mente va desapareciendo y te conviertes en el centro. Ya no hay miedo a vivir, ya no hay ansiedad por la incertidumbre de la vida, comienzas a disfrutar las sorpresas de la existencia y las aceptas gustosamente.

Es verdad que al principio si practicas los ejercicios solo experimentarás pequeños atisbos, vislumbres de estar centrado o en paz, pero con la práctica todo se va asentando y llegas a ser plenamente. Y se siente una dicha inefable cuando dejas que la vida te abarque, te englobe, te cubra. No digas que no tienes tiempo para meditar. Es como decir: no tengo tiempo para respirar o para comer. ¿Dirías eso?

Amigo mío: meditar no es alcanzar algo supremo ni tener visiones. Meditar es acabar con el sufrimiento mental, salir de la cárcel mental en la que te encuentras prisionero. Solo tú tienes las llaves de esa prisión y solo tú puedes utilizarlas. Hacer lo contrario es una actitud masoquista y autodestructiva. ¿De verdad quieres hacer eso con la vida? Que la pases bien y que la paz sea contigo.

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