lunes, 8 de agosto de 2011

¿Cómo utilizar el presente como medio de meditación?


P- Una vez agotado el conducto del cuerpo, espero que me expliques cómo utilizar los otros conductos en la meditación. Creo que me dijiste que estaban los conductos del presente, de la mente y del silencio.
R- Sí, hoy te voy a hablar de cómo utilizar al presente como medio de meditación. Y las preguntas esenciales con relación a este tema son: por qué es tan importante el presente para evitar la ansiedad; qué significa para la meditación oriental "estar en el presente"; cómo se puede lograr esto.
Gustave Flaubert, escritor francés considerado como uno de los mayores novelistas occidentales dijo: "El pasado nos tortura, el futuro nos inquieta, he ahí porque perdemos lo más preciado que tenemos: el presente". Cuando te hacen un regalo, en español, puedes decir: me dieron un regalo, me dieron un obsequio, me dieron un presente. Por eso el mayor regalo u obsequio que te da la vida es el presente. Tu vida transcurre solo en el presente. Aún si recuerdas algo lo haces en el presente siempre. Por lo tanto el pasado y el futuro son tiempos psicológicos creados por la mente pero que en realidad no existen.
Solo pregúntate: ¿qué poder real tienes sobre el pasado?
P- Ninguno.
R- ¿Qué poder real tienes sobre el futuro?
P- Es verdad que ninguno.
R- Ahora fíjate con qué facilidad la mente siempre está en estas dimensiones psicológicas. Y lo interesante del caso es que ese pensar es el que produce ansiedad. Estar en el presente significa estar alineado con la vida, con lo que realmente eres. Estar en el pasado o en el futuro es crear un tiempo en el que realmente no estás viviendo. Es como estar soñando. De hecho hay personas que se pasan la vida en ese tipo de ensoñación.
P- Pero no vas a negar el hecho de que es necesario ir al pasado a buscar las experiencias o ir al futuro para planificar la vida.
R- La palabra "necesario" no es la más adecuada en tu pregunta. De hecho, la mente está diseñada de tal forma que ella solo puede estar en el pasado o en el futuro. Así que no te preocupes por ello. Cuando tengas que utilizar a la mente ella automáticamente se va a mover en esas dimensiones. Pero en realidad: ¿necesitas constantemente estar utilizando a la mente?
P- Bueno, realmente, ¡no! He aprendido practicando lo que me has sugerido y he comprobado de que la mayoría del tiempo no hace falta utilizar a la mente.
R- ¡Claro!, el 90% del tiempo de nuestra existencia (y con esta cifra pienso que no estoy exagerando), no tiene nada que ver con la mente.
Si te das cuenta la mayoría de las invenciones del hombre están diseñadas para no estar en el presente. Observa el reloj de cuarzo: nunca está en el presente, se mueve de pasado a futuro. El hombre sencillamente tiene una lucha contra reloj, como si la vida se le acabara y nunca está satisfecho y nunca acepta el momento en el que está, siempre quiere otro momento. La mayoría de las veces lo que hacemos sencillamente se convierte en un medio para lograr algo que hemos situado en otro momento. Ese grado constante de insatisfacción, esa resistencia a lo que es, a lo que está ocurriendo o a lo que te está ocurriendo, ese "estar haciendo una cosa" e irte constantemente con la mente a las dimensiones psicológicas de pasado o futuro es precisamente la oposición que hace tu mente de estar en el presente.
P- Por eso es por lo que no disfrutamos la vida plenamente.
R- Para darte perfecta cuenta de ello solo tienes que observar a los niños. ¿Por qué son tan felices (claro está; cuando todavía no han recibido la educación mental)? Porque siempre están en el presente, siempre son totales en lo que hacen.
Me gustaría hacerte un cuento: Hay un monje viejo y uno joven atravesando un río y hay una muchacha muy atractiva pasando trabajo para cruzarlo. El monje joven la toma en brazos y la ayuda a cruzar. El monje viejo al ver que el joven ha violado los mandamientos de su religión comienza internamente a molestarse. Una vez cruzado el río y haber andado un buen trecho, el monje viejo no resiste más y comienza a recriminar y a criticar al monje joven por la falta que había cometido. El joven lo escucha pacientemente y al final le dice: "Hermano, yo dejé a la joven en la otra orilla del río pero tú sigues cargando con ella".
Ahora reflexiona en lo que hacen la mayoría de las religiones y de las ideologías: te prometen un futuro mejor pero te invalidan el presente. Y no es que los hombres sean malos, es que las ideologías y las religiones son mentales. Como no son existenciales no te pueden regalar lo que la vida sí te está brindando constantemente: el presente.
P- Entonces: ¿qué significa estar en el presente?, ¿cómo puedo percatarme que estoy utilizando al presente o estoy en el presente?
R- Estar en el presente significa ante todo "aceptación". Y aceptación no es lo mismo que resignación. Aceptación significa no resistir lo que es. No te puedes fajar con lo que es, con lo que está ocurriendo en este momento. Si estás enfermo, por ejemplo, no aceptar significa querer que todo pase rápido, que el malestar se vaya, estar lamentándote o llenándote de miles de pensamientos quejumbrosos. Sin embargo, aceptar significa observar al malestar, penetrar profundamente en él, fundirte con él. Y cuando lo haces verás que el malestar desaparece, pues ya no lo energetizas de forma alguna.
Si te sientes incómodo con alguien o con alguna situación en la que estás involucrado es que no has aceptado al presente ni lo que es. Una mente enfocada en el presente es capaz de percibir la impermanencia de las cosas y las situaciones, de romper con la dependencia de la necesidad de la continuidad, desaparece el miedo a la pérdida y aunque todo a tu alrededor sea tumultuoso y caótico, tu centro, tu núcleo más interno, tu vida, estará en una absoluta calma. Viviendo intensa y conscientemente el presente comienzas a comprender que solamente tienes el poder para dos opciones en la vida:
1- O cambias lo que sea necesario cambiar (si en realidad tienes el poder para ello en el presente).
2- O aceptas la situación tal y como es, sin ofrecer resistencia y desde esa misma aceptación te potencias para cambiar lo que sea necesario o posible cambiar.
P- ¿Podrías explicarme un poco más esto?
R- Te explico inmediatamente lo que te acabo de decir: No pienses que tienes que aceptar una situación en tu vida que sea desagradable o indeseable. Tampoco tienes que engañarte y decir que te da lo mismo cuando no es así. ¡No! Si reconoces plenamente que quieres salir de ella, entonces limita la atención al momento presente sin ponerle ninguna etiqueta mental. Eso significa que no hay juicio sobre el ahora. Por tanto, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas el momento tal como es.
Después ponte en acción y actúa, pues es el momento el que te va a dictar lo que tienes que hacer. Eso es mucho más eficaz que la acción negativa, surgida de la ira, de la desesperación o de la frustración.
Por ejemplo: Supongamos que estás ante una situación familiar o laboral realmente incómoda e insostenible. El angustiarte, el buscar a un culpable, el detenerte constantemente a pensar con remordimientos en la opción que elegiste en el pasado y que te ha hecho entrar en esa situación desagradable o, el estar pensando en las posibilidades inciertas de cómo esta situación pudiera complicarse en el futuro, solamente son formas de negatividad y de resistencia de tu mente a aceptar el presente y te bloquea para encontrar realmente una solución.
La no aceptación plena de la situación endurece a la psiquis, le brinda un escudo protector al ego y hace que el mundo que te rodea, y en particular la gente que está involucrada en la situación, resulten amenazantes. Surge entonces la necesidad compulsiva inconsciente de destruir a los demás mediante juicios, y también la de competir y dominar. Hasta la naturaleza se convierte en tu enemigo, porque tus percepciones e interpretaciones están gobernadas por el miedo. La enfermedad mental que llamamos paranoia sólo es una forma, un poco más aguda, de este estado de conciencia que es normal en toda mente pero disfuncional en el caso del paranoico.
Nota que cuando resistes, no sólo tu forma psicológica, sino también tu forma física, tu cuerpo, se endurece y se pone rígido a causa de la resistencia. Surge tensión en distintas partes del cuerpo y éste en su totalidad se contrae. El libre flujo de energías corporales, que es esencial para la salud, queda muy restringido.
Sin embargo cuando dejas de ofrecer resistencia a la vida por medio de estar siempre en el presente, entras en un estado de paz, de armonía y de sosiego espiritual. Cuando dejes de recriminarte por lo que ya pasó o dejes de angustiarse por lo que puede pasar desaparecerá toda tu dependencia de la mente. No la necesitarás, en el buen sentido de la palabra, para vivir tu propia existencia. Utilizarás a la mente para lo que en realidad vale la pena: para enfocarla constantemente en el momento que estás viviendo (el presente) y, desde luego, dejarás de reaccionar y comenzarás a responder ante las demandas de la vida.
Te voy a relatar un cuento de León Tolstoi que aclara muy bien esto que te he estado platicando: Un emperador de un lejano país se hallaba preocupado, ya que no encontraba respuesta a tres preguntas que, según él, podrían ayudarle a no apartarse jamás del buen camino. Estas tres preguntas eran:
¿Cuál es el mejor momento para cada cosa?
¿Quién es la persona más importante en cada momento?
¿Cuál es la cosa más importante que hacer en cada momento?
Numerosos sabios y filósofos llegaron hasta el palacio del emperador, pero ninguno de ellos pudo responder satisfactoriamente a estas preguntas. El emperador, siguiendo el consejo de uno de sus guardias, decidió visitar a un ermitaño que vivía retirado en una montaña y que era muy conocido por su gran sensatez. El emperador sabía que el ermitaño jamás abandonaba la montaña y que sólo recibía a los pobres. Así pues, se disfrazó de campesino y pidió a su escolta que esperase al pie de la montaña mientras él iba a ver al ermitaño.
Al llegar a la ermita donde vivía el sabio, éste estaba cuidando de su jardín. El emperador se acercó al anciano y le dijo cuáles eran las tres preguntas para las que necesitaba una respuesta. El ermitaño lo escuchó atentamente y siguió trabajando. Entonces el emperador al ver que el anciano no le contestaba y que estaba muy cansado, decidió ayudarle. En ese momento un hombre llegó hasta ellos corriendo como alma que lleva el diablo. Gemía y la sangre brotaba de su pecho. De repente, cayó en el suelo, perdiendo el conocimiento. El monarca limpió su herida y rasgó su propia camisa para vendarle con ella. Finalmente el herido se recuperó de su desmayo y pidió un poco de agua. El emperador corrió hasta el pozo y trajo un cubo con agua fresca. El ermitaño y el emperador llevaron al extranjero a la cama y le ayudaron a acostarse y él se quedó dormido. El soberano cansado por el largo día, también se durmió. Cuando se despertó, se encontró con la mirada del extranjero que estaba acostado en la cama junto a él, éste murmuró: "le ruego me perdone".
-"Pero ¿por qué cree que yo debo perdonarle?, preguntó el emperador".
-"Usted no me conoce, pero yo sí le conozco usted. Yo era su peor enemigo y había jurado venganza, ya que en la última guerra usted mató a mi hermano. Al enterarme de que iba a venir solo a esta montaña, decidí tenderle una emboscada. Esperé durante muchas horas y al ver que no venía salí del escondite para encontrarle. En ese momento, su escolta me vio e intentó matarme. Si no me hubiese encontrado con usted, seguramente ahora yo estaría muerto. Estoy infinitamente agradecido y juro que tanto mi familia como yo les serviremos de por vida".
El emperador se sintió muy feliz al ver con qué facilidad había logrado reconciliarse con su peor enemigo. No sólo le perdonó sino que además prometió devolverle todos sus bienes que anteriormente le habían sido embargados.
Tras este episodio, el emperador volvió junto al ermitaño y encarecidamente le volvió a pedir que respondiese a sus tres preguntas.
El anciano se levantó y le dijo:
-"Usted ya tiene las respuestas a sus tres preguntas. Si ayer no se hubiese quedado a ayudarme, durante el camino de regreso, habría sido atacado por su peor enemigo. Así, el momento más importante fue el momento en el que estuvo trabajando en el jardín, la persona más importante era yo mismo y la cosa más importante era ayudarme. Después, cuando el extranjero llegó, el momento más importante fue cuando curó su herida. De no haberlo hecho así, ahora estaría muerto y usted jamás hubiese podido reconciliarse con su peor enemigo. Este hombre era la cosa más importante y cuidarlo era la cosa más importante que tenía que hacer en ese momento".
-"Recuerde esto"-continuo diciendo el anciano-"Sólo existe un momento importante y es el AHORA, ya que es el único momento sobre el cual podemos ejercer nuestra influencia. La persona más importante será aquella con la que estamos en esos momentos, y finalmente la cosa más importante, es contribuir a que esa persona esté mejor".
Por eso hay tres preguntas clásicas que debes hacerte y responderte constantemente para saber si estás utilizando adecuadamente al presente como un conducto para la meditación:
1-¿Dónde estoy?---Aquí
2-¿Cuál es el momento?---Ahora
3-¿Quién soy?---Este momento.
Que la pases bien y que la paz sea contigo.

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